No me gusta el otoño, pero a veces resulta ser más un veranillo de San Miguel que una estación lúgubre, gris y lluviosa. En esos casos, hago una excepción y disfruto de los paseos otoñales.
Sobre todo cuando se logra combinar con otro gran placer de la vida: descubrir nuevos lugares. Nací en Brno, pero nunca había recorrido este camino a lo largo del río junto a la vieja fábrica de armas. Tiene su propio encanto industrial.